jueves, 17 de enero de 2008

Reflexiones (I)

Supongo que es frecuente, cuando se sobreestima algo, desear lo mejor para el objeto de nuestro afecto hasta el punto de llegar a menospreciar nuestros propios intereses y deseos a favor del bien del anterior. Humanos son los momentos de automartirio en los que no podemos evitar sentirnos culpables de estar limitando a nuestra sucia y estúpida nimiedad la libertad de algo tan bueno que sin duda merece cosas demasiado grandes como para que quepan en nuestro minúsculo mundo negro. Se trata de las cosas que ese cierto ente merece recibir, y que nosotros no podemos ofrecer. Nos damos cuenta de que estaríamos incluso dispuestos a renunciar a la posesión de estos bienes para cederlos a algo o alguien que fuese lo que nosotros no hemos podido alcanzar, y que pudiese proporcionarles lo que les corresponde.
Y nos encerramos a mordernos nuestra minusculez, de espaldas al razonamiento de que todo tiende al equilibrio; a la luz que nos muestra lo dichosos que somos.
No siempre hace falta perder algo para comenzar a apreciarlo.

1 comentario:

Os-K-r dijo...

Ei!! primero de todo gracias por leerme, en serio :)

Cómo no! me parece una genial idea lo de poner el texto en tu fotolog, si así consigo más visitas.. jejejejej


Un saludo, me pasaré por aquí para leerte.

;)