martes, 27 de noviembre de 2007

Orgullo y Prejuicio

- Pero qué orgullo tienes, tía.
- ¡Bueno...! que antes, cuando tenía mucho, era mi peor defecto, y ahora que lo he perdido un poco resulta que tampoco estamos contentas.
- No me refiero a ese orgullo, tú sabes de qué hablo.
- Todo orgullo tiene un eje común, ¿o es que acaso existen ahora diferentes clases?
- Pues hombre, por un lado está el orgullo del que tú abusas: el querer ser la mejor en todo, siempre desde tu fría e inmutable discreción, dar esa imagen de imperturbable rectitud, autocontrol y decencia. Por otro lado está el orgullo del que por completo careces: el de aferrarte desesperadamente a la primera estupidez de la que intentan convencerte.
- ¡Ssshh! deja de hablar tan alto, que las paredes tienen oídos. Además, perdona, a mí nadie me ha convencido de nada, me he convencido yo sola.
- Uy, mira ya qué orgullosa lo dice...
- Detesto tus juegos de palabras, como también a tí y tus ironías. Por favor, lárgate.