domingo, 28 de noviembre de 2010

lunes, 8 de noviembre de 2010

Ai, Dolors


Mi hámster tiene mejores cosas que hacer que hacerme la vida imposible: atusarse el nido, lamerse las patas, almacenar comida en sus abazones, dormir hecha una bola en un rincón…

Mi hámster no me pide que tenga una paciencia infinita.

Mi hámster tiene otras ocupaciones que no son hurgar en mi vida personal a mis espaldas.

Mi hámster no se hace la independiente cuando la necesito y luego me pide afecto cuando yo tengo otros planes.

Mi hámster no habla, pero se explica con toda claridad: las patas junto a la puerta de su jaula o un chillido en el momento oportuno bastan para que con ella no haga falta ningún lector de mentes.

Mi hámster me deja hacer mi propia vida, sabiendo que ninguna decisión o camino que tome va a poder decepcionarla. Ella siempre comprende mis motivos.

Mi hámster no me pega una puñalada, desaparece y regresa al cabo del tiempo fingiendo que nada ha pasado.

Mi hámster nunca me da falsas esperanzas, así como tampoco me lo pinta todo negro para desanimarme.

Mi hámster tiene una autoestima lineal: sin picos de vanidad ni valles de indignidad.

Mi hámster no perturba mi salud mental con gritos, discusiones, manías, histerias.

Mi hámster siempre está dispuesta a salir conmigo a jugar.

Mi hámster no acapara el tiempo, la atención y el amor de las personas a las que quiero (o al menos, no en un porcentaje alarmante y eclipsante).

Mi hámster siempre es lo que yo espero de ella, sin decepciones y sin altibajos.

Mi hámster vive en la habitación de al lado.

Si ahora mismo me marchara a una isla desierta, ¿sabes qué sería lo único que me llevaría?

miércoles, 3 de noviembre de 2010

El equilibrio es imposible.


Ahora no pretendas fingir que son esas cuerdas las que te atan. Ha pasado mucho tiempo, y ya no vas a confundirme. Sólo necesito que me digas que ya no tienes miedo, porque yo ya no le temo a nada, salvo a tus miedos, a tu indecisión y a tener que verme amordazando este grito otros cien años más.