martes, 4 de diciembre de 2007

Indigestión.

Expulsó diez meses en una sola noche. Primero estuvo llorando; las lágrimas sabían como el mar que les envolvía a ambos en cada historia que escribía. Después estuvo vomitando, vomitando durante toda la noche. Llenó la taza del váter con canciones, ilusiones, novelas, textos, adolescencia, sangre, sonrisas, acelerones cardíacos, pero sobre todo con sueños, muchos sueños. Muchos más sueños de los que ella creía. Sueños de peces, de nubes, de lluvia, de playas, de trenes y abrazos que habían estado apareciendo en su cabeza cada dos por tres, desde hacía mucho tiempo.

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