viernes, 7 de octubre de 2011

Doña Manuela.

 Mírala, esa que va por ahí es doña Manuela; mírala, qué tiesa que va ella siempre.
Y siempre de negro, oye, que desde que murió su señora madre -bien la guarde Dios-,  siendo ella muy mocita, de otro color no ha vuelto a vestirse. Pero dice que no es el luto, que ya se le acabó hace años; dice que siempre se viste de negro porque a ella pa estar guapa no le hacen falta colores. Y mentira no es que de moza doña Manuela era la más guapa de tol pueblo, y tampoco lo es que la que tuvo retuvo, pero doña Manuela ya no tiene veinte años, ea.
Aquí en el pueblo se la llama de doña de siempre desde que me acuerdo, y respeto se le guarda mucho, y eso que nunca se llegó a casar. Soltera de toa la vida, oye, pero solterona nunca, que doña Manuela es doña Manuela y se la quiere mucho por aquí, que es mujer digna y respetable como ninguna, y educada también, y comadrona de tos los partos nuestros y de nuestras madres sin faltar ni uno.
Dice alguna gente que doña Manuela no se casó porque un novio que tenía la dejó plantá en el altar, y que desde entonces ninguna cosa quiere saber de los hombres. Otros dicen que es porque quiso siempre guardarse pa uno de otro pueblo -de ese que se ve por allí detrás en el monte-, uno que se llamaba Crispín pero que no vive ya el hombre. Por lo visto sacaba siempre a la Manuela a bailar en fiestas, y se conoce que ella se enamoriscó de él, pero debió ser que al Crispín mucho no le interesaba, o que se le hacía mucho tener que bajar del monte en bicicleta como pa ennoviarse con una de aquí, que se acabó casando con una de su pueblo. Más fea que picio la pobre -mira con lo guapa que es doña Manuela, y lo lozana que tenía que estar en aquellos tiempos-, pero pace ser que el padre de la muchacha tenía algunas tierras, y que ella tampoco era mala mujer en verdad. Y ahí se quedó la pobre Manuela esperando.
Igualmente, esto son cosas que se dicen por el pueblo, pero hay quien se lo ha preguntao a ella y dice que mentira todo, que ella respeta mucho a los hombres pero que pa guisarse la comida y pa bordarse las combinaciones no necesita ella de ninguno, y pa el resto de las cosas bien sabe Dios que tampoco, que es ella mujer muy decente, y de hijos bastante tié con sacar al mundo a los de los demás. Que pa tener que dar de comer a uno que se pasa el día entre el campo y el bar, y que luego que estalle otra vez la guerra y tenga que quedarse ella sola en casa penando, pa eso no le vale la pena, y se queda soltera y a mucha honra, que ella es mujer muy temerosa de Dios y sabe que con ayuda de él, de nada le va a faltar.
Vamos, que no le da vergüenza ninguna no estar cuidando familia ni vistiendo santos, na más que la veas cómo va de tiesa y cómo la saludan tos los vecinos al pasar, meneando la cesta de las verduras camino de su casa, que está allí al final de esta calle, ya casi llegando a la plaza.


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