
¿A mí me dices? No, perdona, debe ser un error. Yo no lo veo, ya no te comprendo, no albergo ni un solo sentimiento por dentro, y me temo que ese día del que me hablas, aquella sonrisa entre la gente… No me suena de nada; debes confundirme con otra persona. Puesto que, llegado un punto, lo mejor que puedo hacer es fingir que no veo, ni comprendo, ni siento, ni recuerdo nada. Y lo más importante no es que se lo crean los demás, sino creérselo uno mismo.